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miércoles, 8 de febrero de 2012

El incendio del antiguo mercado

Era el año de 1948 y de ese mercado se habla que había hasta cargadores y los famosos triciclos que casi en nuestros tiempos se encuentran extintos. Se habla de la gente que vivía ahí dentro tenía la opción de poder cocinar para sus familias. Fue una zona entregada por los hacendados Grace.
Más o menos así era el aspecto de la gente de esa época. Pero aún habían persona a la usanza de la sierra como la señora que vemos con sombrero. Calle Zafra. Foto: Olga Bartolo.


Luego de sus labores la gente comerciante decidía descansar. Pero además ambas puertas eran cerradas a la atención. El uso de las velas y las lámparas a kerosene era común en esos tiempos. El antiguo mercado poseía dos grandes puertas: uno principal que da a la calle Coliseo y la otra que daba a la calle Ramos 2º cuadra o denominada “calle Ciega” que se encuentra conectada al Camal “Cartavio”. Sus muros perimétricos hoy están hechos entre ladrillos, cemento y adobes aunque abundaba a mediados del siglo XX el material rústico.

__¡Caserita, caserito! ¡Venga, qué le vendo!__ animaban los/las ofertantes para que sus productos sean puestos en venta inmediata.
Las verduras, los tubérculos, los cereales (el arroz y la avena), los sombreros, los yanques, el kerosene, etc. eran el pan de cada día. Todo ahí hacinado a manera de piezas de rompecabezas.

Así pues, apareció la figura de un anciano con ropa andrajosa, con reboso o creo que con alforja a la espalda donde guardaba lo que se le obsequiaba en caridad. Un sombrero acompañaba su semblante humilde propio de un habitante de la sierra. Quién iba a pensar que este personaje sería el centro de único caso acontecido en desastre cuando mis padres aún ni se conocían.

__ ¡Caridad por el amor de Dios!__ exclamaba el anciano en cada puesto al presentarse.
Llegó al puesto de una familia de apellida Ramos y entonces sucedió un diálogo no ameno según fuentes orales de la gente.
__ ¡Una limosnita por el amor de Dios!__ expresó el mendigo.
__ ¡No tenemos plata para darle! ¡No hay dinero!__ contestó alguien de ese puesto.
__ ¡Por favor mamita/papito una limosnita te lo ruego!__ insistió suplicando el pobre mendigo cogiéndose ambas manos y juntándolas palma a palma.
__ ¡Váyase! ¿Acaso no puede ir a trabajar! ¡Váyase! __
Alguien por ahí dice que fue jalado del sombrero y echado del puesto. Luego de esta conversación nada edificante vendría lo peor.
__ ¡Por su trato, por su trato hacia mí. Una desgracia les ocurrirá! Se acordarán, se acordarán. Ya verán__ respondió muy pero muy dolido el ancianito. El curso de su camino siguió, apartándose del puesto que le rechazó.
Cuando niño era yo, pasaba un ancianito por mi barrio. Mi perrita Canela le ladraba siempre. Él era un señor muy pero muy mayor, su rostro era la de alegría siempre y paraba cantando; le acompañaba un sombrero de paja, un costal de tela a la espalda y un bastón como guía. Los niños y jóvenes lo conocían y al verlo así tan animoso, sonreían frente a él. A veces para cruzar la calle, había alguien que le ayudaba. porque era ciego. Qué recuerdos aquellos. Qué diferencia con el otro mendigo del mercado del que me contaba siempre mi madre.

Los ancianos mendigos se caracterizaban muchas veces por juntar sus dos arrugaditas manos al pedir caridad
Foto: http://laiguana.blogspot.es/1267020540/

Pasada la media noche, mientras todos descansaban, se escuchaba en el ambiente como el cocer de la cancha, las palomitas de maíz, y emergía humo por doquier. Un incendio estaba aconteciendo.
¿Cómo sucedió el incendio? Se habla que dejaron la cocina prendida y que algunas chispas cayeron sobre superficie humedecida de kerosene y ésta se propagó a los cilindros de dicho combustible. Inmediatamente sucedió una explosión. El fuego y sobre todo el humo se propagaron tanto que no dejaba ver con claridad la zona quedando varias personas atrapadas por el fuego. Respirar aire puro era común en Cartavio pero esta vez el desastre haría que los campos de árboles, los pajarillos y las acequias queden en el olvido de las mentes de los desesperados.
La gente afectada estaba dispuesta a escapar de las llamas. Otras personas trataron de salvarlas desde fuera.
__ ¡INCENDIOOO!, ¡INCENDIOOO! __ gritaban desesperados los que estaban dentro y fuera.
__ ¡TRAIGAN AGUAAA, TRAIGAN AGUAAA!; ¡AGUAAA!; ¡SÁQUENLOS DE AHÍ!__ decían otros.
Las puertas grandes de madera estaban cerradas ¿cómo escapar?....Susto, pánico, nerviosismo y desesperación abrumó a esa gente.
__ ¡AYÚDENNOS! ¡AYÚDENOS!__ gritaban desde dentro.

En esos instantes la familia Loyaga logró escapar haciendo un forado en la pared. La familia Bueno también logró salvarse del incendio encontrando por fin como salida airosa la famosa puerta posterior que da a la calle Ramos 2º cuadra.
Llegaron los vecinos de Cartavio Viejo con sus baldes esos antiguos, recogiendo agua de las cañerías que dichas calles tenían a su centro. Pero lamentablemente el fuego ya había consumido casi todo. Los auxilios que llegaron luego no sirvieron para salvar a los integrantes de la familia Ramos. Los grupos de personas a manera de brigadistas entraron al lugar siniestrado y cubiertos sus fosas nasales con telas tuvieron que soportar esos olores nauseabundos de carne humana calcinada, quemada totalmente. Un par de vecinos cogen la caja con dinero; otros ayudaban a los afectados y otro grupo trataba de recuperar lo que podía encontrar de valor en sus sencillos negocios.

Entrada principal donde era el Antiguo Mercado.


La parte trasera del antiguo mercado. La "calle Ciega", aquí en un concurso de muñecos por fin de año.

Mi madre entraba de turno muy de mañana al antiguo hospital que es hoy la escuela “Olga Pereda” en la calle Real. Los médicos no le permitían ver los cuerpos calcinados que habían llegado de madrugada al centro. En algún momento, como se dedicaba a la limpieza de los ambientes de los doctores, pudo ver en cierta habitación los cuerpos cadavéricos chamuscados, muy negros.
__Ay hijo si supieras lo que viví. De ser grandes esas personas en vida llegaban pequeñas al hospital, toda encogidas. No se lo deseo a nadie. Qué triste el final de esas personas__ toda melancólica y llorosa me contaba mi mamá el desastre desde muy pequeño.

El local ha sufrido diversos nombres, como Coliseo “DECA” (Deportistas Cartavinos) y luego Coliseo “Cartavio”. Hoy, este local sigue en manos de la empresa y es usado para eventos deportivos y culturales, así como para realizar bingos y otras actividades. Tiene dos servicios higiénicos y unas antiguas ventanas pequeñas. En él se encuentra la familia Briceño Jaramillo viviendo y cuidándolo.
Ojalá Cartavio no vuelva a sufrir otra desgracia por falta de conciencia ciudadana y orientación en Defensa Civil (en esos tiempos no existía este organismo).

Pero regresemos al relato mismo. ¿Qué se dice del incendio? Que eso ocurrió debido a la irracionalidad de la gente que al no ser solidaria pues una desgracia encontraría y cuando encuentre la desgracia, no podría ni siquiera vivir para contarla.
¿Qué fue del anciano? El anciano todo encorvado y de condición servil no fue visto nunca más en Cartavio. Sólo fue visto el mismo día del incendio, el mismo día que pidió caridad. Varias personas antiguas relacionan al anciano con el mismo “Jesús” de la Biblia; otros afirman que fue “un Ángel” que llegó a Cartavio para probar la caridad de su gente.

Fuentes orales
Sra. Olga Bartolo Briceño (79 años).
Sra. Susana Rodríguez Córdova (74 años).
Sra. Jesús Vásquez Sánchez (68 años).
Sra. Clotilde Mendoza Cecías.
Sr. Jorge Mendoza Cecías.

Fuentes de desfile alegórico
El relato fue presentado como escena en el II Concurso Interno de Alegorías “Así es Mi Perú” por los alumnos del 5to grado del nivel secundario de la I.E. “Benjamin Franklin”-Cartavio en plena calle Real, siendo Tutora la profesora Rosa Córdova. El evento del cual yo fui Presidente tenía que ver con la celebración de las Fiestas Patrias-año 2011.