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martes, 26 de febrero de 2013

Nazareno 09


Nazareno, anexo de Cartavio, es un pueblito muy sencillito, se ubica cerca de la playa “El Brujo”. Se puede llegar al lugar cruzando el puente Nazareno y desviar hacia la izquierda. Prácticamente está entre los límites de los distritos de Santiago de Cao y Magdalena de Cao, territorio de los antiguos mochicas. En esta zona de caña de azúcar nos dice el trabajador Jorge el siguiente relato.

“En el año 2012 por el mes de noviembre estaba solo trabajando en el campo. ¡Ah! pero te diré todo de cómo llegué ahí y qué pasó después.
Debía ir a ver las mediciones de instalaciones de riego por manga más o menos a la 1:00 pm Esas instalaciones son las que de manera moderna usan los jebes duros para distribuir las aguas a los campos. Mi jefe de turno, en una moto lineal, me dejó en el lugar  por los campos de Nazareno. Desde la 1:00 pm regresaría recién a recogerme a eso de las 6:00 pm.
Debía vigilar que el motor no falle y saque el agua suficiente para el riego en Nazareno 09, a esto le llamamos la hora de trabajo de bombeo de pozo.

Ya había almorzado. El pozo funcionaba normal. Tomé mi celular y llamé a mi jefe. La llamada no entraba. En eso giré mientras tenía mi celular en las manos y ví que el pozo se apagó. Comencé a sentir miedo sin saber. Me acerqué al pozo para poder encenderlo. Antes de estar cerca, ni muchos pasos había dado,  noté que se prendió solo. Recordé entonces que el lugar penaba, pero ni idea de darle importancia a esos cuentos.

Me paré en un cerrito del borde de la acequia debajo de un árbol (es que el Sol quemaba), por lo que me alejé del pozo. Minutos después me senté y escuché una voz rara pero era sí de una mujer. Sólo escuché… Intenté llamar por segunda vez a mi jefe estando a una distancia de 100 m del pozo. Escuchaba con más fuerza la voz. Di la vuelta como cuartel y medio para ver si era cierto que una mujer estaba por ahí. Al llegar cerca del pozo hubo silencio como si me hubieran visto. Eran como las 3:00 pm y se nubló el panorama de la acequia. Logré ver a una mujer mitad de cuerpo, sus manos eran como paleta sacudiendo el agua a los lados de ella. Levantaba el agua aleteando. No logré ver su cara pero sí por el pelo largo, tenía su tez blanca.

Eso me atontó, me encomendé a Dios como cinco minutos. Agachado o inclinado como a 25 ó 30 metros de distancia, asomé a  ver que esa mujer se metió por el tubo del pozo apagando y prendiéndose el mismo. Ya no me acerqué sino que salí a la pista y esperé a mi jefe. En eso me llega una llamada:
_ ¿Gonzales dónde estás?_
_ Aquí estoy por el otro lado jefe… _dándole la ubicación exacta.
_ ¿Qué pasa te veo asustado?_ su jefe pregunta asustado.

Le conté todo. Ya me había enterado de la aparición de esta mujer pero interés nunca puse. Supe que ya conmigo son 04 casos, 04 los que vieron.  Entre ellos un tomero, un guardián de Nazareno que quedó babeando”.
 El que ofreció este relato. Foto: Miguel Núñez
Fuente oral
Jorge Gonzales Esquivel (31 años).





jueves, 21 de febrero de 2013

La curiosa del sueño


 “Tenía un tío mecánico de la empresa, se llamaba Francisco Trujillo. A él comenzó a pasarle una cosa curiosa. No podía dormir y ya habían pasado 20 días.

Él conocía a la señora Francisca Vásquez, que vivía en Sumanique. Ella, en unos de sus encuentros de saludo dirige la palabra y juntos conversan.

­_ Parientito ¿qué pasa? Te veo todo desanimado.
_ Hace días que no puedo dormir no sé qué tengo.
_ Mire, le vengo a buscar. Mi bombita allá en el pozo se ha malogrado.
_ No se preocupe comadrita. Iré a ver la bomba qué tiene.

El momento llegó. Mi tío fue a Sumanique a buscarla y entró a la casa.
_ Voy a poner la mesa para verte_ le dijo doña Francisca, sin saber que ésta señora era una 'curiosa'_. Parientito a ti te han jugado y te han hecho un entierro. Yo buscaré el lugar del entierro que te hicieron. Este viernes te vienes.

Ubicaron en la mesa de la curiosa el lugar del entierro. Mi tío debía regresar a Cartavio y de ahí partir a Sumanique otra vez. En su regreso a Sumanique charlaron de nuevo. La señora enseña un muñeco que tenía pelos, tela y encima los ojos abiertos... En presencia de mi tío deshizo el muñeco en pedazos. Desde ese día durmió como nunca. Al día siguiente le fue a agradecer.

La señora con el tiempo murió y en pleno velorio, con gente presente como testigos, un viento fuerte apagó las velas (en ese entonces no había electricidad). Inmediatamente por el apagón los niños lloraron. Se prendieron las velas lo más rápido que se podía. ¿Qué pasó? El muerto desapareció.

Luego que pasaron los años nadie quiso comprar ni habitar esa casa de la curiosa".

Sumanique visto desde el extremo derecho

Vocabulario
Curiosa (o): Persona que lee cartas en una mesa o practica algún arte relacionado con lo paranormal.

Fuente oral
Juan Antonio Castillo Malqui (59 años).

martes, 19 de febrero de 2013

Alfalfa iluminada


“Siendo o no mis hermanos de padre y madre, tuve dos hermanos, Felix Vargas Malqui y Gerardo Castillo Coronel. Estos se caracterizaban por ser bien tremendos, osea que eran unos ya vagos. A ellos les pasó lo que te contaré.

Por el año 1963 cuando yo tenía algo de 10 años de edad, mi mamá muy seria conversó con ellos:
-          ¡Oigan! ¡No compraron la alfalfa para los cuyes! ¡No sé pero uds verán de dónde consiguen!  ¡Aunque sea vayan agarrar alfalfa por la Koinsa!

Ellos dos fueron de noche. Se prepararon con una hoz y una soga. Ufff bien vagazos esos se fueron nomás. Mientras llegaron a ese campo se escondieron, agachados, para que nadie más los vea. Mientras cortaban vieron una luz a los lejos y pensaron que era un guardián, se quedaron quietos. Al instante esa luz pasó muy al ras de la alfalfa por sus lados y nadie estaba con ella. Los dos huyeron y les faltó patitas para correr. Qué soga, ni qué la hoz o costal. Dejaron todo ahí tirado. Llegando a casa asustadísimos contaron todo a mi mamá y ni más regresaron ahí”.


Nota: El terreno que hoy vemos una canchita de fútbol y una plazuelita descuidada frente al pueblo de Santa Rosa era cultivo de alfalfa en tiempos de la hacienda. Justo al costado de la Koinsa.

Fuente oral
Juan Antonio Castillo Malqui (59 años).

La culebra



“No recuerdo la fecha, pero mi papá don Santiago Castillo Escamilo, natural de Huamachuco siendo trabajador operador de tractor en Cartavio me contó algo.

La gente que salía a pastear a su ganado notaban que se les perdía algún animal, algún guacho, a veces en pleno día. Por el campo 14 había un pozo de agua y ocurría en ese lugar extrañamente. Dicen que vieron salir a una gran culebra y se comía a los guachos.

Los pastores presentaron su queja a la Hacienda, y dijeron que era un peligro no sólo para ellos sino también para los trabajadores. La Hacienda mandó entonces tapar el pozo. Para ello mi papá fue llamado y mandado al lugar junto a otros trabajadores. Juntos ellos, con maquinaria y todo llevaron piedras y adobes de gran parte de una huaca cercana para tapar el pozo, sacando antes el motor del lugar. Desde entonces ya no se escuchó más de esa gran culebra”.


El pozo de agua (con motor) a la altura del desvío al reservorio. A la derecha es el final del campo 14.

Nota: El campo 14 se ubica en dirección de la carretera que sale de Santa Rosa a la derecha, a la altura del desvío que entra al río Chicama o para ir a Moncada.

Fuente oral
Juan Antonio Castillo Malqui (59 años).

lunes, 18 de febrero de 2013

Urcape y el mal aire


“Yo soy cartavino neto. Antes de nacer, mi madre Beatriz Malqui Crisólogo se animó a ir a la fiesta de la Santísima Cruz de Urcape, en mayo del año 1953. No asistió por la noche a la fiesta que hubo sino en la mañana del día siguiente por la mañana acompañada de su comadre. Lo curioso es que ambas estaban embarazadas.

Al subir la huaca “Urcape” sintieron que la huaca tembló fuertazo, mi mamá bajó rápido, su comadre bajó atrás pero un poco que se quedó. Cuando mi madre me dio a luz, fue una alegría verme sano, pero de su comadre el hijo le nació enfermo, con ataques que muchas veces sufrió desde que nació.

El hijo de la comadre de mi mamá se sanó a los 30 años con baños de florecimiento llevado a cabo por curiosos. Después de 10 años de su curación le agarraron los ataques nuevamente. Mi mamá dijo que él había nacido así por el aire maligno que se desprendió en un punto de la huaca”.


Restos de la antigua capilla de la Santísima Cruz en la cima de la huaca "Urcape".

Fuente oral
Juan Antonio Castillo Malqui (59 años).

Fotos
Miguel Núñez.

La cruz en el campo 27



“Entre los años 1984 y 1985, en el campo 27 mi amigo Sergio Villarreal y yo nos encontrábamos trabajando para el riego de caña. Cuando era el momento de descansar dije a mi amigo que me quedaré a descansar en el mismo campo. Mi amigo en cambio fue a dormir a 4 ó 5 cuarteles más abajo. Yo limpié el suelo y tendí paja para dormir.
A las 2 a.m. fui a buscar a mi amigo y a llamarlo para continuar con el riego. De un ratazo llega mi amigo.

Al día siguiente mi amigo conversa conmigo.
_ ¿Tú sabes dónde has dormido?
_ Sí aquí en este cuartel pues_ respondí.
_ En este cuartel nadie puede dormir, me sorprende que tú hayas podido dormir.
_ “¿Por qué?”_ le pregunté con intriga.
_ Porque  los que trabajaron aquí sienten que les jalan y resultan más allá de dónde se han echado, sus cosas movidas, adormecidos sin poder moverse. Pesadillas les ocurre. Tú has dormido en el lugar donde murió tiempo atrás el Sr Cornelio, en un accidente, y te has echado justo al lado de su cruz”.

Nota: Ese campo se haya más allá de la zona llamada ”Experimental” (más allá de la huaca El Zapato) en dirección a los terrenos de la pequeña campiña de Santiago de Cao.
Al fondo izquierdo, donde se ven esos árboles se haya el campo del relato.Foto hecha desde la cima de la huaca "El Zapato". 

Fuente oral
Juan Antonio Castillo Malqui (59 años).

Foto
Miguel Núñez.

El perro de los campos 5 y 24


Cartavio Viejo tiene aún a sus antiguos relatores de esos sucesos sobre el campo de caña de azúcar y de otros cultivos que gusta a personas escuchar. Esta vez elegí a la entonces Cooperativa Azucarera Cartavio.


“En los diferentes campos de caña de azúcar se tienen diferentes horas de riego. Por el campo 5 y 24 donde termina la huaca “El Zapato” hay una compuerta de control de agua. Era entre las 12 de media noche y la 1 de la madrugada lo que te voy a contar. Le pasó a Jesús Reyes Aquino, hermano de tu cuñado Agustín, por el año 1984. Éste era bien palomilla así lo conocía.

Jesús estaba trabajando en esa zona y se escuchaba el sonido de que chancaban. Sonaba la palana con el machete. Al escucharse esto, el “tomero” fue a ver por qué tanto insistía esos golpes. Al llegar al lugar vió que Jesús estaba llorando, gritando y lo calmó. Le preguntó porqué estaba así y Jesús dijo que vió a un perro que ladraba mucho, de ojos rojos y que babeaba. Desde ese entonces pidió su cambio para trabajar en otro sector de la empresa cooperativa. Su pedido fue atendido y ya no trabajó más en ese cuartel”.

Nota: Chancar o topar los metales con fuerza era una manera de poder ahuyentar a los bultos o malo espíritus, lo mismo que hizo el afectado en este relato.

Vocabulario
Tomero: Persona encargada de las compuertas o tomas de agua que permite el paso del líquido a los cuarteles de caña.

Fuente oral
Juan Antonio Castillo Malqui (59 años).
El campo 05, al fondo el campo 24.