“En San José Bajo las familias
dueñas de estos terrenos cuidaban de sus tierras y además se tenían monedas
antiguas sobre las haciendas de ese entonces. Mi familia tuvo una fábrica
chancaquera aquí nomás cerca donde está una chimenea de ladrillos con un muro
de una casa antigua, son ruinas ahora nomás. Les cuento algo más, pero esto es
en serio, no es nada de bromas o algo que se contó sino fue real porque yo
mismo lo vi.
Cuando tenía 12 años más o menos
debido al fenómeno del Niño este caserío se vio afectado por la gran cantidad
de agua que traía el río. Las acequias se llenaron tanto que comenzó a
rebalsarse el agua. Nosotros apurados tratamos de desviar las aguas, con palana
y sacos de arena. Era el año….creo…. 1955 ó 1958.
Vimos cómo el agua venía y entonces
se posó por un lado de la huaca Urcape. De allá arriba _señala lo alto del
valle_ venía el agua y a un lado de la huaca se formó un pozo lleno de agua, de
muuuuucha agua. El agua venía y venía, pero lo raro era que el agua empozada
seguía en el mismo sitio y no pasaba a otro lado. Nos dimos cuenta que era como
que la huaca a manera de puquio pero que se tomaba el agua. A ella no le afectó, pero
qué extraño que esa agua de ese gran pozo no se rebalsara. Es extraño pero eso
ví”.
Fuente oral
Juan Róger Sabana López (58
años).