“Por
la década del cuarenta falleció en Nepén, Santiago de Cao, un sastre que se
distinguía de los demás pobladores, por la solvencia económica que disfrutaba y
por el carisma o la simpatía del que gozaba. Como sastre era excelente.
Aparentemente poseía buena
salud. Pero, cierto día, dejó de existir, como consecuencia de un paro
cardiaco. Su deceso causó un gran dolor entre los familiares decidieron enterrarlo
con una mortaja fina y con la sortija de oro, que él mucho apreciaba, por la
gente incrustada en la joya, que lo había hecho el joyero de la localidad, a
quien le unía una estrecha amistad.
Durante el velorio, al que
asistió el joyero, la sortija despertó en él, una tremenda avaricia, que cuando
lo enterraron, regresó al cementerio y comenzó a profanar su tumba. Destapó el
nicho con una barreta, sacó el cajón y lo abrió. No bien lo hizo le mutiló el dedo
en donde estaba puesta la sortija.
Segundos después, el sastre
recobró la vida y se sorprendió verse metido en un féretro y ver a su amigo, el
joyero, con su dedo en la mano. ¿Por qué estoy aquí hermano?, le preguntó. Un
silencio de derrota amarga como el rostro de un desilusionado hubo unos
instantes. Luego le volvió a inquirir: ¿por qué me has cortado mi dedo? En ese
instante muy inteligente le respondió: porque ha sido el causante de la
situación en que te encuentras.
Con la aclaración pertinente,
ambos amigos abandonaron el cementerio y regresaron a la población. En casa,
los familiares que se hallaban en velación final, se sorprendieron al ver
entrar al difunto. Algunos se desmayaron de la impresión, los que se mantuvieron
en pie le pidieron una aclaración sobre el particular, al joyero.
Este les contó con lujos de
detalles lo ocurrido. Algo quedaba flotando. ¿Qué tenía que ver la sortija con
la muerte del joyero? Con esa incógnita
oscura, decidieron ir, al día siguiente, al médico especialista.
El galeno, un reconocido
cardiólogo de Trujillo les dijo que el fallecimiento eventual del sastre se
debió a la sortija, que por quedarle ajustado, no le permitía circular la
sangre.
Aclarada la confusión y el
motivo del deceso del sastre, a su retorno a Nepén, fue a la casa del joyero y le
obsequió el anillo, con estas frases: toma hermano. Es tuyo. Yo ya no lo
necesito. Fue una decisión razonable del sastre. Además ya no tenía dedo para
ponerlo, así hubiera querido adquirir otro para exhibirlo en los dedos. Así con
el dedo mutilado, el sastre vivió muchos años más”.
Datos que les alcanzo
- Suceso: La década del 40 del siglo XX
- Nepén es anexo de Cartavio. Un pueblito de unas cuatro calles principales. Tiene una escuela de educación primaria y un gran campo como estadio.
- Cerca del lugar se halla la Playa de Nepén o llamada “Cruz Verde” según escuché, hermosa por su laguna, pero también observé que matan “patos coches” o “pelícanos”, animal en peligro de extinción.
Referencia
bibliográfica
Luis Chuquipoma Muñoz.
Relatos del valle Chicama 1.
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