Era la celebración familiar, los 15 años de mi sobrina Alexandra Bustamante Núñez en setiembre de 2011. Al final su fiesta para ser más exacto al día siguiente, me acerqué a mi cuñado Agustín Reyes Aquino quien ya no vive en nuestra comunidad desde hace varios años, para preguntarle sobre su famoso barrio de donde se cuentan una serie de cosas como las apariciones extrañas, apariciones que tenían influencia narrativa más allá de su calle.
La calle Cáceres, un barrio de dos cuadras, ha sufrido visiones que ahora sería como para impactarse y no creerlas, sin embargo muchas de esas vivencias fueron reales. Sus viviendas de barro, puertas enteras o partidas a la mitad como costumbre de algunas familias de ese entonces, además que se podía presenciar asientos de barro y piedra llamados poyos, etc.
Calle Piscina
La calle Cáceres desde el fondo
La actual Av. Santa Elena. Lugar de recorrido del Diablo hacia el fondo.
La actual Av. Santa Elena. Lugar de recorrido del Diablo hacia el fondo.
A continuación este relato estará dividido en dos partes. La primera es la de un varón y la segunda es más bien una tradición oral en base a una señora, ambos vivieron lo mismo, ambos vieron a ese caporal.
Dos veces al mismo afectado
Dos historias entre tantas que seguro pocos sabrán. El papá de mi cuñado, el señor Don Juan Reyes Cruz quien era esposo de Doña María Aquino Miranda, es el personaje principal de esta entrevista hecho relato. Sus padres venían a asentarse a Cartavio migrando desde la región de Cajamarca (Cajabamba).
Una hermosa pareja quienes supieron de esta vivencia. Don Juan Reyes Cruz y Doña María Aquino Miranda. Experiencia que contaron a su hijo Agustín Reyes Aquino.
Don Juan Reyes Cruz había estado en un compartir con sus amigos y pasada la media noche decidió regresar a su casa. La esposa le esperaba atenta.
Continuando, se sabe que Juan Reyes regresaba a casa pasando por la calle llamada Piscina. Estaba ya cerca de su casa en la calle Cáceres, pero de repente se le aparece un señor supuestamente ya un adulto montado en caballo, éste señor tenía sobre su cabeza un sombrero. Por lo visto parecía un caporal, persona que tiene a su cargo a un grupo de trabajadores en los campos de la caña de azúcar. Así pues según esta vivencia se cuenta que ocurrió el diálogo:
Ø El jinete: ¿A dónde va Ud.?
Ø Don Juan: A mi casa
Ø El Jinete: Vamos, yo le acompaño. No se preocupe.
Segunda cuadra de la calle Cáceres, lugar ahí se ubicaba la vivienda de la familia Reyes Aquino.
Fueron juntos entrando a la Calle Cáceres-2da cuadra, el jinete adelante montado en su caballo y el señor Juan atrás caminando.
Don Juan ya sabía que su casa estaba tan cerca, pasó a lado de su puerta pero ni la tocó. Su rumbo fue todo lo que conocemos hoy la Avenida Santa Elena, caminando la 1era cuadra de la calle Cáceres, la parte posterior de la iglesia San José, la Escuela de Varones (hoy Divino Maestro), el antiguo Jardín de Niños osea Jardín y Transición o llamado Escuela de Monjas (local de la hoy I.E. Sagrado Corazón de Jesús), el Convento, las casas diversas de gente acomodada que vivía ya en todo en ese sector, en resumen caminó la avenida de “Los Sauces” que era una demarcación territorial que recibió ese nombre debido a la cantidad de esos árboles existentes y, hoy sabemos, es la Av. Santa Elena. Dicha avenida no terminaba en un muro de ladrillo como el que vemos hoy muy cerca de la I.E. Benjamin Franklin, sino que era abierta hacia la pampa y hacia una carretera.
Don Juan seguía y seguía al jinete que iba adelante, de repente llegando a la zona denominaba hoy como “Experimental” escuchó el cantar de un gallo. Eso despertó a su adormecida mente, entonces al reaccionar escuchó también el sonar fuerte de unas aguas y vio delante de él a la gran acequia que estaba a unos dos pasos. El jinete que le guiaba despareció al instante, ya no estaba más.
Este señor observó a las finales que estuvo siendo llevado por el jinete, el mismo diablo, a una muerte segura. Morir en la acequia, pero con suerte no ocurrió. Posteriormente regresó a su casa.
En otro capítulo de su vida cuenta don Juan que el mismo jinete le llevaba no hacia la gran acequia, sino por toda esa pista que va por un lado de la Huaca El Zapato en dirección de Chiquitoy. De repente en esa madrugada, un regador encargado de los campos de caña se extrañó que don Juancito pasara tan tarde y solitario pero en el fondo comprendía que estaba “encantado” o “hechizado”. Decidió llamarlo y conversaron ambos lo siguiente:
Ø Regador: ¡Reyes! ¿a dónde vas? –pues veía que su amigo andaba solo-
Ø Don Juan: A mi casa. Para mi casa me voy.
Ø Regador: ¡Pero por allá no queda, ya te pasaste, estás lejos de ella!
El regador trató de hablar siempre fuerte para contrarrestar el hipnotismo y logró despertar a su amigo Juan que pasaba muy tarde por ese cuartel de cañas. Al entrar en sí, don Juan dijo: Pucha, era el Diablo que me llevaba.
La señora del sector “Los Sauces”
En la gran avenida de sauces y demás árboles una pareja vivía en cierta casa. Un día como siempre el señor de la casa se fue a trabajar y no regresaba. La esposa para esperarlo fue afuera de su casa y sentó. El tiempo pasaba pero su esposo no llegaba, parece que era más de la media noche según se sabe.
Al rato ve que aparece un señor similar a los caporales que van a caballo. Lo curioso de este relato es que el jinete aparecía de color blanco como los chalanes, con joyas de oro en sus muñecas y no sólo él sino que hasta su caballo presentaba objetos de valor en su cuerpo lográndose ver con gran resplandor en la noche solitaria.
Cada vez más cerca al estar ambos, casi tan cerca, dialogan.
Ø Jinete: Señora buenas noches.
Ø Señora: Buenas noches señor.
Ø Jinete: ¿Por qué tan tarde fuera de su casa está Ud.?
Ø Señora: Es que estoy esperando a mi esposo y no llega de su trabajo.
Ø Jinete: Pero señora, ¿no cree que le puede suceder algo malo si Ud. permanece fuera de su vivienda hasta tan tarde?
La señora al oir ello se puso a observar al jinete y no podía ver su rostro. Entonces entendió que era un espíritu, era el mismo Diablo. Al momento se preparó y echó a entrar rápido a su casa. La señora entró desesperada y comenzó a desmayarse y a babear. Si ella no entraba a tiempo a su casa era más seguro que moriría. Su esposo llegando luego de su trabajo entró a la casa y vio a su mujer enferma y toda asustada…
Ø Señor: ¿Qué pasa mujer? ¿Qué tienes?
Ø Señora: Estuve afuera esperándote y se me apareció el Diablo… (la historia ya la saben uds. lectores la leímos arriba).
Entonces este señor, trabajador de la empresa Cartavio, termina diciéndole: “Mujer, eso te pasa por ser celosa”.
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Hablando del barrio de la Cáceres, mi cuñado cuenta dos cosas más.
- Estaba entrando a la 2da cuadra de su calle y escuchaba que un bebé lloraba, volteó a mirar y en la esquina de su lado vio como una canasta y un bebé en ella. Estaba esa canasta en la pared y colgaba. En segundos todo desapareció. Apuró el paso y entró asustado a su casa.
- En otra oportunidad de noche observó un bulto extraño apegado en la pared. Al ver de lejos al bulto, lo apreciaba muy pequeño, pero cuando mi cuñado se acercaba más veía que ese bulto crecía como gran sombra en el muro de la cuadra….¡uyyyy!...ya imagínense los pies que le faltaba para correr.
Crítica y opinión
Es interesante saber que alguna aparición paranormal sucedía alrededor del antiguo hospital (hoy escuela Olga Pereda Noriega) y la calle Cáceres estaba conectada a ese edificio.
Sería bueno entender que una de las bebidas legales preferidas en ese entonces por la gente mayor, aparte de la chicha de jora, era el “compuesto” osea lo que conocemos como trago corto o cañazo; pero ello no sería pretexto para indicar que la aparición fuera falsa. Gente muy seria ha logrado contar el mismo asunto sin necesidad de haber ingerido ello, lo malo estaba que cuando alguna persona vivía dicha experiencia se encontraba sola.
Una de las maneras de mantenerse alejados de las apariciones, era no pasar a horas tan tarde por el sector o calle. De lo contario era mejor estar acompañado por otra persona para no sufrir algún desastre emocional.
El barrio de la Cáceres es uno de los más antiguos de Cartavio en tiempos de hacienda y siempre estuvo conectado a la gran avenida de los sauces, hoy Santa Elena. Si alguien era merecedor de un desastre fantasmal quizá se debía que a espíritus extraños que les gustaba fastidiar.
Los mensajes que se alcanzan del Jinete, es que a veces aparece para desearnos un fatídico final (como el caso de don Juan) o a exhortarnos para no seguir haciendo alguna acción negativa (como el caso de los celos de una señora de quien no supe su nombre).
Fuentes orales
Ø Sr. Agustín Reyes Aquino (59 años).
Ø Sra. María Cerafina Vásquez G. (madre de mi amigo David Jara).
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