“Seis años atrás, en el mes de
mayo de 2006, no recuerdo el día pero era antes del día de la Madre. Con unos
compañeros del grupo estábamos viendo para conectar la luz porque un vecino nos
pasaba la energía eléctrica. Más o menos eran las 7 u 8 de la noche.
Ya se había comentado que en esa
casona penaba, se sentía pesada por ser muy antigua pero nunca antes había
experimentado una experiencia así.
Éramos como seis personas en el
interior de la casona y viendo la conexión de la energía eléctrica mediante una
extensión.
Casona Ayllu
Mientras intentábamos conectar
los cables habíamos escuchado risas, pero pensábamos que era la gente de afuera
en el patio o que se hallaba alrededor de la casa. Un compañero tenía una
linterna y guiaba de la luz buscando quién era la persona que se reía……en ese
pase de alumbrar se le enfoca el busto de la congregación de ese centro Ayllu,
el busto de una madre o monja. Nos dimos cuenta que tenía la cara sonriente pero
su cara verdadera había sido hecha de manera seria, sin sonrisa. Y nosotros
pudimos ver que sonreía…luego de eso cada uno comenzó a correr de manera descontrolada
buscando la salida todo asustados.
Nosotros al salir, los compañeros
comenzaron a preguntar qué había pasado y les contamos creyendo que era producto
de nuestra imaginación, pero ninguno de nosotros estábamos con ese temor antes
de ingresar en el interior de la casona.
Ocurre que al día siguiente ese
busto ya no estaba. Creímos que alguien se lo llevó pero hasta ahora no sabemos
qué fue de ese retrato de la monja, una de las fundadoras del lugar llamado
Centro Ayllu: María Asunta.
Tantos se han asustado ahí, hasta
las ratas asustan”.
Fuente oral
Diego Cáceda Cabrera (20 años).
Animador de Catequesis Familiar.
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