Envío aquí dos relatos, pero con el transcurrir del tiempo podré agregar quizá más.
LAS BANCAS
Este relato es de los años 50-55
más o menos. se trata de mi tío Fabio Sánchez, ahora es carpintero pero cuando
era más joven se dedicaba a muchas cosas, a pintar.
Dice que fueron a pintar la
iglesia pero en turno de noche. Como estaban apurados y dicen que estaba en
construcción, fue con sus amigos de noche a pintar, como cuatro. Agarraron su
escalera, sus rodillos. Mi tío avisó a sus amigos que iba a comprar y salió.
Era de noche.
Cuando regresa encuentra a su
compañero afuera de la iglesia pero asustado.
-
Le
pregunta ¿qué tienes? ¿qué te pasa?
-
Uno
de los amigos: responde en la iglesia pena.
-
Pero
¿cómo va a penar?
Mientras mi tío se fue a comprar,
los otros tres se quedaron a pintar, pintaban la iglesia aunque también las
bancas. Al trabajar escuchaban sonar las bancas ¡chruiii! ¡chruii! a cada rato,
pero siguieron trabajando los tres, y ellos eran los que escuchaban. Vieron
moverse las bancas. A los tres les faltaron patitas y bajaron rápidamente de
donde estaban subidos, salieron corriendo.
¿Sabes a qué se debe eso? Los
cadáveres, del ser humano que ha fallecido, ahí lo velan, rezan y te lloran. Y
dicen que en la iglesia pena más que en el cementerio.
PD: Sé por referencias históricas
de la gente de antaño que por el año 1960 ya la iglesia San José quedó
terminada en su infraestructura.
LA PIEDRA
Siempre nos veíamos debido a las
reuniones que teníamos por el trabajo, era el año 2011. Cuando veíamos el
asunto de nuestro proyecto sobre relatos antiguos o cosas extrañas y
escenificarlas en la calle Real con los alumnos de nuestro colegio, mi amiga
Rosa Medina se animó a contarme una de las tantas cosas que ocurrieron alrededor
del área de la iglesia San José de Cartavio. El relato habla de la Av. 28 de
Julio en la cuadra que se halla la Funeraria "Gloriabamba".
¡Uy Miguel no te imaginas qué me
ha pasado! Tú conoces a Pedrito, eehh Pedro Rivera. Ya, él es mi amigo de
tiempo y una noche vino a visitarme. Tocó mi puerta y yo atendí por arriba en
el segundo piso, desde esa ventana. ¿La hora? era más de las 11 pm.
Mientras estábamos tranquilamente
conversando como siempre, cayó una piedra, sonó bien feo, qué fuera piedrita,
fue una piedra grande como la palma de la mano. El sonido fue fuerte y había
llegado casi a lado de Pedro. Sonriente nosotros buscamos al gracioso que
estaba fastidiando. Mi amigo volteó a mirar y buscó de dónde la habían tirado.
Yo desde el segundo piso miré también, desde ahí hay una mejor vista
pero…………era de noche….no había gente…..todo silencio, calle prácticamente sin
personas.
La piedra había llegado en una
dirección como si lo lanzaran desde atrás de mi amigo (parte trasera de la
iglesia) pero igual no estaba nadie. Además tremenda piedra quién la va a tirar
de tan lejos. Mi corazón se hizo ufff, es así que bajé inmediatamente al primer
piso, abrí la puerta mi amigo estaba asustado y yo ni qué decir. Dimos las
últimas palabras para encontrar una explicación pero nada. Nos despedinos y él
se fue volando a su casa.
Rosa Medina. Foto: Miguel Núñez. |
Fuente oral: Rosa Medina
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