“Cuidábamos los motores diesel en los cuarteles de caña de azúcar. En total eran 05 motores ubicados a una distancia de más o menos 100 metros entre nosotros. En el Campo 21 (2 motores); el 22 (1 motor); y el 23 (2 motores).
Yo me hallaba en el Campo 21 y mi compañero de trabajo que estaba en el Campo 22 decidió, junto conmigo, vernos en el centro de esos campos a la mitad, osea a los 50 m de distancia entre nosotros, para dialogar en plena noche.
Mientras dialogábamos no nos desprendíamos de cuidar los motores que se nos encargó. De repente frente a nuestros ojos, desde esos postes altos de electricidad, salieron chispas en grandes cantidades. Una llama de fuego descendió al campo, pasó por el campo de caña que estaba para cosecha.
El otro guardián que estaba en el 23 resultó en un momento a lado de nosotros. Al rato aparecen los dos ronderos que cuidaban los cables de electricidad y éstos habían visto también la llama grande pero que se dirigía al río Chicama y esta llama no se apagaba a pesar que el río tenía agua.
Me dijeron ¡Espinoza! ¡Espinoza! ¿Has visto la llama?
Todos luego estábamos asustados y del lugar ya no nos movimos.
Ahora éramos 05 personas que vimos esa llama. Sin saber explicar cómo es posible ocurrir ello sin que esa llama queme la caña que estaba para cosechar y sin necesidad que se apague la misma llama al pasar por el río Chicama que poseía agua debido a los tiempos de verano.
Nosotros 05 quedamos dormidos en el suelo entre gramas silvestres hasta que llegó el “Jefe de Ronda” con la camioneta quien supervisa a los guardianes de los motores diesel.
¾ ¡Ey! ¡qué pasa! – les preguntó con voz fuerte para despertarlos a todos.
Los guardianes explicaron lo que ocurrió. Entonces tuvieron por respuesta esto.
¾ Yo también vi eso ya no vayan hacia los motores hasta que amanezca.
El Jefe de Ronda, no pasó en la dirección donde fue la llama, también se había asustado”.
Al fondo los campos de caña que se relatan en esta historia. Toma desde Huaca "La Novoa". Foto: Miguel Núñez |
Lo sucedido ya había sido vivido por lo visto. El Jefe de Ronda es la clave para entender que esas cosas ocurrían en nuestro terruño, en la margen izquierda del río Chicama de nuestro Cartavio. Fenómeno eléctrico extraño. Fueron 5 los testigos y vivieron para contarlo.
Fuente oral
Sr. Alfredo Espinoza Novoa (50 años).
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