Por el verano del año 1997 en el
Campo 21 cerca al Pozo Nº 01 se hallaba don Espinoza laborando para la empresa
Cartavio. La caña de azúcar no era el centro del cuidado sino los motores que
ahí se dejaban de vez en cuando.
A continuación veremos el relato
en ese campo que no es muy cercano al poblado de Cartavio.
“Estaba cuidando motores. Ya habían
cosechado y estaban regando. En medio de los cuarteles hay una acequia llamada “Ayudante”
donde crecen laureles.
Más o menos a las 9:00 p.m. viene el regador llamado “Borrego” preguntando
por su mochila (ropa ahí había) y se fue. Después de media hora regresó y dijo
que no encontró las cosas.
Pasó la ronda a las 11:45 p.m. para
saber si yo y los demás estábamos trabajando. Luego, el mismo trabajador vino
de nuevo hacia mí, entonces se dio cuenta que ya no estaban sus yanques ni sus
machetes. Me pide que le ayude a buscarlos.
Llegamos a la fila de laureles de
la acequia y vimos unos hombrecitos de 30 a 40 cm de altura jugando con las
cosas del amigo. Esos hombrecitos eran gringuitos, estaban desnuditos, pero al ver la luz de nuestras linternas se quedaron quietos y huyeron metiéndose en las pequeñas cañas.
Cuando eso sucedió con los
pequeños hombres vimos rastros de palana arrastradas, todas las cosas del trabajador del campo estaban tiradas por el suelo. Nos asustamos.
Un trabajador llamado “Machete”
sí nos creyó porque los había visto antes.
Algunos señores que vivían por
ahí decían que sí era cierto pues tenían sus chacras, creo que era la familia
Ávalos o Dávalos”.
Fuente oral
Sr.
Alfredo Espinoza Novoa (50 años).
profesor miguel esta muy bueno el argumento.muy bien ehh y siga mandando mas relatos sobre cartavio y sus alrededores.es tan lindo saber de donde crecemos cada dia. asi q profesor siga adelante ..... exitos
ResponderEliminarHola Wilfredo:
ResponderEliminarLa cosa es ¿por qué sólo le suceden estas cosas a ciertas personas? y ¿por qué otros no creen en ello?