Sumanique y San José Alto son
caseríos donde predominaban cultivos de maíz, camote, yuca, frijoles, arvejas, alfalfa y árboles frutales, así como la caña
de azúcar.
Una Sra. llamada Julia, natural
de San José Alto, nos decía que los cumpleaños duraban una semana y se mataba
un cordero. "Esos tiempos de hacienda se tenía dinero y habían más animales que
entonces criábamos en abundancia".
VISTA PANORÁMICA DESDE LA CIMA DE LA HUACA "LA NOVOA". DE CERCA SE VE EL CAMPO O CANCHA DE FUTBOL DEL EQUIPO "DE LA VEGA".
“Nadie robaba. Dejábamos las
puertas abiertas”.
“Cuando se tenía que preparar la
comida mi abuelita nos decía: vayan al campo y recojan las alverjas. Ella echaba a la olla por ejemplo un plato lleno de alverjas y otro lleno de arroz”.
"Al menos mi familia no tenía necesidad de ir al río a traer leña. Nosotros con nuestros árboles que sembrábamos, cortábamos las ramas y teníamos leña en abundancia para cocinar sin ningún problema".
"Al menos mi familia no tenía necesidad de ir al río a traer leña. Nosotros con nuestros árboles que sembrábamos, cortábamos las ramas y teníamos leña en abundancia para cocinar sin ningún problema".
“En esos tiempos no usábamos urea
como abono. De la tierra solita brotaban las plantas y podíamos conseguir
alverjas por cantidades”.
Como el campo es sacrificable,
veremos el siguiente caso, uno corto pero muy interesante.
Cuenta que su abuelo Julio
Vallejo le habló que los asuntos más extraños ocurrían cerca o alrededor de la
huaca “La Novoa”, la tan famosa huaca donde se celebra la Festividad de la
Santísima Cruz en Sumanique.
“La gente cuenta que esa huaca se
abría” expresaba ella muy atenta. Luego nos habla: “mi abuelo me dijo que allá
se encontraban semillas y abundante como el maíz. Sucede que cierta persona recogía
todas las semillas que encontró un día y luego de recogerlas las llevó al campo
de suelo plano para dejarlas secar. Estas semillas eran bien amarillas, muy
amarillas, eran de oro.
Pero las colocaba para secarse
porque se creía que eso se necesitaba en esas semillas que aún no estaban aptas
para su consumo. Cuando el tiempo pasaba, fue el señor a ver sus semillas en el
suelo y sucede que nunca las encontró, desaparecieron; ni ahí en su terreno ni
en otro lugar. Lo que sí se asegura es que eran de oro”.
Fuente oral
Sra. Julia Solano Sanes (62 años).
Fotos
Prof. Miguel Núñez
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