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domingo, 29 de abril de 2012

La esposa difunta

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Empecemos primero con algunas cortas experiencias.

"El papá de mi papá había contado una serie de experiencias que son inexistentes ahora en nuestro pueblo. Hasta mi esposo Hipólito Villanueva Sánchez, llegaba a mí a decirme algunas cosas que a cualquiera puede asustar y decir que debemos respetar y amar a Dios o no ser inhumano con nuestro prójimo cuando nos necesita”.

“Un señor se burló de nuestra Cruz expresando “¡Ese palo que llevan, ve!” estaba algo mareado un día parece. Estando en lo alto de la cima de a huaca Novoa se cayó y los demás lo vimos. Él atinó a levantarse, limpiarse e irse por donde vino”.

“Han habido casos de que deseábamos que la gente colabore para hacerle la fiesta a la Santísima Cruz, pero varias nos cerraron las puertas y se negaron. Luego les sucedía algo malo y venían inmediatamente aquí para dejar sus ofrendas a la Cruz”.

“La costumbre de maldecir y mentar el nombre del demonio o tan sólo mencionarlo hacía que ese espíritu aparezca a lado de uno, justo a nuestro costado. Por eso no era bueno mencionarlo en tiempos antiguos. La gente debía tener cuidado porque no es de fiar ni nos trae nada bueno”.

Es más o menos el consejo que quiso darme la buena señora Julia respetando yo sus principios religiosos y culturales que recibió de generaciones pasadas.
EN TIEMPOS ANTIGUOS DE LAS HACIENDAS. UNA JOVEN Y BELLA NOVIA, DOÑA JULIA, CON SU JOVEN ESPOSO HIPÓLITO VILLANUEVA SÁNCHEZ. A LOS EXTREMOS LOS PADRES DE LA NOVIA. SU PADRE, DON JOSÉ ELÍAS CAIGUARAICO SOLANO, ERA UNO DE LOS QUE CONTABAN RELATOS SOBRE SUMANIQUE.
DON JOSÉ ELÍAS CAIGUARAICO SOLANO. UN GRAN SEÑOR QUE MANTENÍA VIVA LA TRADICIÓN DE LOS RELATOS.

Cuenta el siguiente relato donde en una vivienda de Sumanique, vivía una familia común y corriente. Una esposa, un esposo y ambos con sus hijas.
Cierto día la mujer de la casa falleció y el esposo solito debía hacerse cargo del cuidado de las aún pequeñas.

Un día el esposo se fue a trabajar y dejaba solas a sus hijas. Al regresar de su trabajo notó algo extraño. Ingresaba y veía a la casa limpia y a sus pequeñas peinadas y cambiadas, osea impecables. Pero no tomó importancia.
Continuó con la rutina de siempre. Y al llegar a casa, luego de su labor, vio nuevamente la casa y a sus hijitas “arregladitas” y no sólo eso sino que hasta la comida estaba lista para servirse.

_ ¿Qué pasa aquí? Nadie se queda con mis hijas estos días y sin embargo están tan vestiditas, sus cabellos bien peinados. Mi casa, mi casa también arreglada ¿pero si mis hijas son pequeñas, ellas no puede hacer esto_ pensó el hombre.
Y dirigiéndose a sus niñas les preguntó cómo era posible suceder eso.
_ ¡Papá, mi mamá ha venido! ¡Ella es la que viene a hacer limpieza y nos arregla! Lo malo es que luego se va, ¡pero promete volver papá!_ respondieron las pequeñas.

Las viviendas de Sumanique tienen una característica tan igual como la infraestructura de las casas de campo. Materiales de adobe, barro, techo de esteras con vigas, carrizo, caña brava y barro. Podían tener un hol de plantas o de adobe y barro, además de una ramadita en la parte externa acompañado de árboles. Lo bello de estas casas es que casi siempre tenían árboles y diversas plantas dentro de su huerta. El pozo de agua nunca debería faltar.
La vivienda de esta familia tenía estas características.

El viudo entonces decidió quedarse en casa y dejar que las niñas caminen por aquí y por allá. Se escondió, tratando que ellas no se den cuenta de su presencia.
Las pequeñas hijas entonces abrieron la puerta para ver entrar a su madre. Esta señora había ingresado encantando a su prole. El esposo desde su escondite logró ver todo y no salió de ahí para nada. Esperó a que se vaya y asustado pensó y pensó _  ¿Qué hago? _  se dijo.

Fue a ver a un sacerdote con quien tuvo el siguiente diálogo.
__ Padrecito, le vengo a contar lo que sucede en mi hogar……__ explicó todo desde el comienzo.
__ ¿Sabes si tu esposa es bautizada? __ le dijo el sacerdote
__ No, padre. Ella no fue bautizada. Tampoco nos hemos casado, sólo hemos convivido __
__ Ten cuidado. Ve si llega me avisas, yo le pondré un lazo__
TRAJE PROPIO DE LOS SACERDOTES EN TIEMPOS DE HACIENDA. FOTO:
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httpcartavio.comli.com
El viudo regresó a su casa. Y entonces vio llegar a su mujer difunta. Rápido corrió y dio aviso al sacerdote. Juntos, listos de alguna forma, estuvieron dentro de la casa con mucho cuidado.
El sacerdote de manera sorpresiva corrió tras la adulta mujer y le puso inmediatamente un lazo.
_ ¿Por qué llegas? ¿Por qué apareces? _
_ Vengo porque quiero ver a mis hijas _
_ ¿Pero por qué no estás descansando o en el cielo?
_ Es que en el cielo no me reciben _ responde el alma muy apenada.
_ Bueno hija mía, yo rezaré por ti mucho en este instante por tu alma. No te preocupes_

El sacerdote puso empeño en su trabajo religioso rezó, la bautizó y le quitó el lazo del cuello que había puesto antes.
_ Ahora sí puedes irte _ terminó el cura diciendo.
La difunta se fue para siempre y no volvió más. La casa quedó como antes, padre viudo impresionado junto a las hijitas inocentes que no entendían la diferencia entre la vida y la muerte.


Fuente:
Doña Julia Caiguaraico Aguilar.

Fotos (exceptuando la última):
Prof. Victor Miguel Núñez Bartolo.

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